Diagnóstico y test de Rorschach

A diferencia de los diagnósticos tradicionales, consistentes en una especie de “etiqueta”, prefiero aquellos que describen la personalidad y estilo de la persona.

Las etiquetas son parcialmente útiles, sirven por ejemplo a los médicos para indicar la medicación que consideran conveniente. Pero en cambio reducen la personalidad de quien consulta y la convierten en un dato numérico. Existiendo potentes herramientas para comprender la personalidad, me parece muy conveniente tenerlas en cuenta y utilizarlas.

La principal de ellas es la entrevista, en la que a través del diálogo con la persona podemos conocerla y saber qué es lo que le ocurre. Un diagnóstico hecho de esta forma nos dará una idea de los problemas a los que se enfrenta la persona, pero también de sus capacidades y potencialidades, en algunos casos nos hará ganar tiempo y, en otros, prevenir situaciones difíciles de detectar en un principio.

Entre las herramientas diagnósticas, además de las entrevistas, hay pruebas “objetivas”, como algunos cuestionarios muy elaborados, y “proyectivas”, como aquellas que consisten en dibujos o interpretación de láminas.

Una de éstas últimas es el test de Rorschach, a mi juicio la más aguda en cuanto a la interpretación de sus resultados. Fue concebida hace casi un siglo, y actualmente su aplicación está fuertemente desarrollada por infinidad de estudios e investigaciones, además de una potente base de datos informática, con aplicaciones que ayudan a su desarrollo.

Cuando se utiliza una de estas técnicas, con los datos obtenidos muchas veces se orienta mejor la primera etapa del tratamiento, ya que se conocen estilos de funcionamiento psíquico que, de otra forma, podría pasar un cierto tiempo hasta que se evidenciaran. Es importante aclarar que se recurre a ellas cuando resulta conveniente utilizarlas, a partir de lo que se haya ido viendo en las entrevistas, pero no siempre. En estos casos prefiero que el diagnóstico lo realice otro profesional, que aportará datos más objetivos que si lo hace el mismo psicólogo que realiza la psicoterapia.

Con los datos obtenidos en esos encuentros, generalmente ya se dispone de una valoración suficiente para decidir si se continuará y cómo, si se hará una psicoterapia, una serie de entrevistas para clarificar un problema concreto, etc.

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