Cuando pensamos en consultar a un psicólogo, generalmente también pensamos en lo que nos costará. Y… ¿cuánto cuesta?
Como en otras profesiones sanitarias, en principio hay dos vías para recibir ese servicio: la pública y la privada. Una es gratuita y la otra no. ¿Hacen lo mismo?
A veces si, y a veces no. Cuando el problema que se plantea se puede resolver en pocas entrevistas, ambas vías son muy parecidas. Cuando no es así, en la atención pública y gratuita no se puede ofrecer la misma duración de cada entrevista, ni la frecuencia, ni la duración del tratamiento, ni la garantía de que sea el mismo profesional quien le atienda, ni un horario que se pueda adaptar a las necesidades de quien consulta, ni un espacio en el que no entren otras personas o profesionales durante la visita… es bien diferente. También en el aspecto económico.
En la consulta privada los honorarios pueden variar mucho, dependiendo de la formación del psicólogo, su experiencia profesional, su zona de trabajo, la confianza en sí mismo, la moderación con que valore su tiempo y algunas otras variables.
En mi caso no tengo honorarios fijos, sino que valoro la situación que se me plantea en cada caso, si se trata de consultas individuales o de grupo, si es una consulta de orientación o tratamiento, si se trata exclusivamente de un proceso diagnóstico… Por ese motivo prefiero no fijar mis honorarios hasta no conocer de qué se trata.
Para facilitar ese conocimiento mutuo, que el paciente sepa cómo es el psicólogo que lo atiende y podamos establecer unos honorarios adecuados, ofrezco una primera visita gratuita. En ella podremos conversar sobre el problema que motiva la consulta y fijar un precio para las siguientes visitas.